El gestor burgalés de proyectos humanitarios Diego Cameno lleva un año al frente del programa del Comité Internacional de Cruz Roja en Sudán del Sur, el país más joven y uno de los más pobres del mundo
«Yo antes decía: me voy a Sudán del Sur, lo último en países (es el más
joven, pues proclamó su independencia de Sudán en julio de 2011).
Ahora, después once meses allí solo digo: aquello es lo último».
Estas palabras, y el tono en el que son pronunciadas, denotan que este
destino no está siendo el más satisfactorio para el burgalés Diego
Cameno, veterano logista y gestor de proyectos humanitarios que ha
pasado por México, Kosovo, Tanzania, Palestina, Sudán, Afganistán, el
Congo, Colombia y Afganistán, entre otros países. Y lo ha hecho con
chalecos tan reconocidos como los de ECHO (siglas en inglés de la
oficina europea de ayuda humanitaria), MSF (Médicos Sin Fronteras),
Acción Contra el Hambre o CICR (Comité Internacional de la Cruz Roja
-con sede en Ginebra-). Este es el que luce desde octubre del año pasado
en el sueño de país y realidad de infinidad de carencias llamado Sudán
del Sur: La principal carretera se mantiene inundada medio año, solo hay
14 cirujanos locales en todo el país, domina un machismo muy acentuado,
apenas hay hoteles, ni turismo, ni industrias o actividades de ocio; en
conflictos tribales que se roban niños «sin marcar», mujeres y
animales...
Diego Cameno, aquí y en anteriores misiones, ha olido la muerte, ha
respirado la desesperanza, ha añorado el Occidente; pero, aunque con
altibajos en satisfacción y motivación, siente que su vida está donde
más puede aportar, donde menos medios existen para sobrevivir con
dignidad. Donde la salud, la educación, el agua y la alimentación son
privilegios al alcance de pocos.
Allí, en el exigente interior de África, permanecerá hasta el 23 de
noviembre. Luego, a cargar las pilas, a disfrutar del verde y de las
montañas de Burgos y de Cantabria, a comer variado, a seguir estudiando
Antropología y portugués, a volverse a preguntar si su trabajo sirve
para algo, a responderse que sí, a compartir su tiempo con amigos y
familia...
Y meses después, quizá, a viajar de nuevo con la maleta llena ilusión a
algún rincón herido de este planeta tan desigual e injusto.
Echar las dos manos. Hace un tiempo reflexionaba sobre su forma de
vivir y de estar en el mundo y señalaba que «no hay nada de romántico ni
aventurero en esto. Al principio prima la curiosidad, las ganas de
tener un trabajo que te llene. Ahora reconozco que sí que hay un impulso
de solidaridad, de echar una mano».
Las manos, la cabeza, la paciencia y la empatía que despliega Diego
Cameno le han ‘ascendido’ a gestor de proyectos humanitarios muy
apreciado. La experiencia de varios lustros en primera y en la tan
imprescindible segunda línea de atención a los más necesitados por casi
todos los rincones del lado oscuro del mundo, y su carácter positivo, le
ayudan a sobrellevar realidades sobrecogedoras que con frecuencia
muestran un paso adelante y dos para atrás.
No es fácil dejarse la piel en esta faena y constatar que los avances o
no existen o son mínimos. Hay que estar hecho de una pasta especial (y
ser capaz de estar comiendo durante meses casi todos los días arroz).
Sabe que su trabajo y el de su organización sirve, salva vidas y mejora
la existencia de miles de sudsudaneses, pero este burgalés quiere hacer
más y más rápido. Esta impotencia es lo que le ha borrado parte de la
sonrisa en Sudán del Sur: trámites, gestiones y transportes lentísimos;
numerosos heridos por armas de fuego y amputaciones por minas,
desplazados por conflictos bélicos internos y fronterizos...
Y por encima, por los lados y, sobe todo, por debajo de esta difícil
realidad, el dinero. En este caso en forma de petróleo. En Sudán del Sur
hay generosos yacimientos de oro negro, pero para sacarlo, tratarlo y
comercializarlo hay que entenderse con las autoridades de Sudán. Y en
esta batalla económica llevan, igualmente, años enzarzados, cuando,
según algunas fuentes, si se explotara bien el subsuelo sudsudanés esta
nación podría dejar de ser una de las más pobres del mundo, y su hermana
y vecina norteña también.
Asistencia sanitaria y mucho más. El programa de CICR (ICRC, siglas en
inglés) que gestiona Cameno lo desarrolla un equipo de unos 160
trabajadores locales y unos 25 extranjeros. Centran su aportación en la
sanidad a través de un hospital con cirugía de emergencia y pediátrica y
en la protección de los ciudadanos defendiendo sus derechos y su
dignidad. Intentan aprovechar la buena reputación, la neutralidad y la
experiencia en la gestión de Cruz Roja Internacional para llevar a cabo
un trabajo de denuncia o intermediación, que en países más estructurados
ejecutan los propios organismos gubernamentales.
Otra de las líneas principales de apoyo se dirige a los miles de
desplazados de dentro del país (comida, tiendas, vacunaciones,
herramientas agrícolas, agua, reparto de kits de pesca...), así como a
los residentes, pues se ven desbordados por los que huyen de los
conflictos y ocupan sus tierras y poblados.
Sudán del Sur, esta joven nación, apenas gatea como tal, y lo hace
maniatada por las numerosas y profundas carencias que arrastra, por una
organización en pañales y por hábitos y valores sociales que en poco
ayudan a dar pasos firmes hacia el progreso y la mejora de la calidad de
vida de sus ciudadanos. Precisa de mucha asistencia, y Diego Cameno
está poniendo su puñado de granitos de arena. Aunque muchos no sepan ni
dónde está.
Noticia del Diario de Burgos
Noticia del Diario de Burgos
Comentario:
Tiene que ser muy duro dedicar la vida a los demás, aunque sea de una manera "remunerada", ya que implica dejar a un lado la familia y las comodidades de la vida moderna para ir a un lugar en el que falta todo. Como bien decía el artículo hay que estar hecho de una pasta especial para poder sobrellevar todo lo que la ayuda humanitaria conlleva. No es un trabajo fácil y a veces ni siquiera es gratificante, cuando ves todo lo que haces y lo poco que cambian las cosas. Pero "poniendo granitos de arena" es como se cambia el mundo, aunque a simple vista no lo parezca.
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