jueves, 6 de febrero de 2014

Cuidarse para ser útil

Un manual de la Sociedad de Geriatría donde ofrece consejo para quienes atienden a un mayor. Incluye pautas tanto para tratar a este como para preservar la salud del cuidador.
La pérdida progresiva de habilidades físicas y cognitivas a medida que nos hacemos mayores es sin duda una de las fases más complejas por las que tiene que atravesar un ser humano. Y cuando esta disminución de capacidades implica la necesidad de atención por parte de familiares, el problema se complica aún más y en una doble vertiente: muchas veces el cuidador no sabe cómo debe actuar y en no pocas ocasiones se vuelca de tal manera en el enfermo que se olvida de sí mismo, ocasionandose a la larga un perjuicio tanto para el mayor como para quien le ayuda.

Con el fin de paliar esta situación, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología -www.segg.es- ha editado el ‘Manual de habilidades para cuidadores familiares de personas mayores dependientes’, una guía práctica y didáctica compuesta de 48 páginas que resuelve numerosas dudas que la persona que se encarga del cuidado de un familiar en situación de dependencia pueda tener. Este manual aporta las pautas necesarias para atender de la forma más adecuada a una persona con necesidades diferentes, que requiere de cuidados específicos y necesita del apoyo del cuidador para realizar actividades del día a día.
Pero junto a información útil sobre cómo realizar una correcta higiene de las diferentes partes del cuerpo según las necesidades y capacidades del mayor; sobre cómo vestirlo o moverlo de la manera más cómoda tanto para él como para la persona encargada de realizar esta tarea; sobre la alimentación y sus posibles problemas o la medicación, la Guía presta una especial atención a lo que conoce como ‘cuidados del cuidador’.
De hecho, el documento se abre con este tema. Con el título ‘Cuidese... para poder cuidar’ el texto aborda lo que implica ser responsable principal de un mayor o una persona dependiente en general. Así se analizan las consecuencias y decisiones que deberan tomarse tanto acerca del familiar como de la propia vida del cuidador, pero también se hace especial incidencia en la vigilancia de la propia salud física, psicológica y emocional de este último. Porque, se recuerda en el Manual, el cuidador desconoce cuánto tiempo tendrá que serlo y por ello debe formarse, planificarse y prepararse para poder desarrollar su función en las mejores condiciones.
Entre las recomendaciones se encuentra la atención a su propia salud y bienestar, evitar el aislamiento social, la conveniencia de aceptar la ayuda de otros y saber delegar o no tener miedo a expresar abiertamente sus sentimientos. Todo ello sin olvidar utilizar los recursos profesionales y sociales disponibles siempre que sea posible y establecer límites ante la demanda de cuidados del mayor, entre otras pautas.
El documento coeditado por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología y la Comunidad de Madrid incide de manera especial en la necesidad de estar alerta ante las señales que delaten la sobrecarga de trabajo para pedir ayuda. Señales que pueden ser físicas, como cansancio, falta de apetito y sueño, abandono en el aspecto personal; psíquicas -tristeza y sentimiento de culpa, cambios de humor, pérdida de memoria...- y sociales -ruptura de las relaciones con familiares y amigos, desinterés por las actividades que antes realizaba...-.
Para evitar estas situaciones, el documento aconseja vigilar el descanso, respetar los horarios de comida y aprender a decir no ante demandas no urgentes y a ser consciente de nuestras limitaciones. Igualmente, plantea la necesidad de mantener una actitud optimista, dedicar tiempo a nuestras aficiones, fomentar la autoestima y buscar información sobre recursos y ayudas sociales y profesionales.

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